Barrio de Las Cañitas - VIVI! Belgrano


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Las Cañitas un mundo un barrio dentro del mundo Palermo y al lado del mundo Belgrano

Las Cañitas es la denominación informal y no oficial de un sector de unas 20 manzanas dentro del barrio de Palermo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La zona costera o noreste del barrio de Palermo se denomina Las Cañitas (el Hipódromo de Palermo y el Aeroparque Jorge Newbery separan a Las Cañitas del Río de la Plata).

El nombre de Las Cañitas proviene del hecho que en el actual predio del barrio existía una quinta llamada Las Cañitas, la misma estaba ubicada entre la actual Avenida Luis María Campos, y la Avenida del Libertador. La quinta existió hasta principios del siglo XX. Se llama así a la quinta por el cañaveral que había en los bajos del arroyo Maldonado.

Al costado de esta quinta existía un camino llamado popularmente El Camino de las Cañitas, dicho camino con los años se transformó en una avenida manteniendo el nombre originario, cambiando de nombre a Avenida Luis María Campos a través de una ordenanza municipal del año 1914, nombre que mantiene actualmente.

Cuenta la historia que el actual barrio de Palermo fue siempre epicentro de los sucesos más importantes de nuestro país. A finales del siglo XIX, el entonces presidente Nicolás Avellaneda legisló la federalización de la ciudad de Buenos Aires y la declaró capital de la Nación.

Los límites de aquella urbe eran muy distintos a los de hoy en día, en los escritos se describe que la sede del gobierno federal culmina al sur en el «Camino de Las Cañitas». Existen varias versiones sobre el
origen del nombre, algunos aseguran que entre las actuales avenidas Luis María Campos y Libertador se emplazaba una quinta llamada Las Cañitas, otros afirman que se debe a las plantaciones de cañas que crecían en los bordes del camino y hasta se dice también que existía una pulpería donde los conductores de carretas se detenían a tomar una cañita. Luego de un decreto firmado en 1914, el «Camino de Las Cañitas» pasó a llamarse Luis María Campos.

Con el devenir del siglo XX y debido al gran crecimiento económico y poblacional, se loteó la zona y se contruyó un complejo de monoblocks para las fuerzas armadas y el campo de polo llamado entonces Campo Hípico Militar.

Debido a esto y también por la cercanía al Hipódromo, los stud no tardaron en instalarse. Además de los corralones donde se guardaban los caballos. Recien en 1937, con la apertura de la Iglesia de Santa Adela las calles empedradas de este barrio se fueron poblando.

Ya llegando a la década del 50 el área era reconocida como una de las más tranquilas para vivir, por estar ubicado entre dos diagonales y tener póco tránsito. Los vecinos eran habitúes del Bar La Paloma para el vermut, de la lechería La Vascongada, hacían sus compras en el almacen de Don Manuel y los martes y jueves aprovechaban para recorrer la feria que se montaba sobre el Boulevard Chenaut.

Las Cañitas un mundo un barrio dentro del mundo Palermo

Entonces podemos decir que Las Cañitas siempre existió y hasta aventurarnos a decir que, aunque actualmente sea una subdivisión de Palermo, fue anterior a éste y tuvo una importancia histórica mucho más relevante.

Hoy, la tranquilidad que caracterizaba a Las Cañitas se desdibujó. En la última decada este moderno barrio emergió para ser hoy uno de los puntos más atrayentes del turismo y de la noche porteña.

Delimitado por las avenidas Dorrego, Libertador y Luis María Campos, este «triángulo» de la ciudad de Buenos Aires es uno de los más exclusivos, no sólo por su variada oferta gastronómica sino también por sus imponentes edificios de alta gama, que combinan diseño de vanguardia con las máximas amenities que se pueden ofrecer además de una exquisita vista al Campo Argentino de Polo. Estas construcciones son habitadas en su mayoría por jóvenes, exitosos empresarios y artistas famosos que pagan elevadas sumas de dinero para tener su departamento en una de las zonas mas top de la city porteña. Conviviendo también con estudiantes extranjeros que encuentran en Las Cañitas todo lo que necesitan en unas pocas cuadras, sin necesidad de un automóvil estando en un punto neurálgico de la Capital Federal.

En el virtual rectángulo que forman las calles Ortega y Gasset, Báez, Arévalo y Arce, se reparten los más de treinta locales gastronómicos con la más variada oferta de platos que van desde la tradicional
parrilla argentina hasta el sushi, pasando por la cómida típica árabe, griega, alemana y holandesa, entre otros. La vida nocturna en este barrio no conoce de pausas, sea el día que sea, uno puede encontrar los restaurantes abiertos y rebozantes de gente. Además la mayoría de estos locales, suele convertirse en locales bailables pasada la medianoche.

El boom culinario impulsó la apertura de diversos comercios, en su mayoría marcas reconocidas de indumentaria, que encontraron en el público de Las Cañitas un cliente exigente y vanguardista. Uno de los
precursores de esto fue el shopping Solar de la Abadia, en Arce y Maure, que a pesar de ser uno de los centros comerciales más pequeños posee un encanto y una magia especial que obligan a recorrelo. Será por sus pisos adoquinados y la arquitectura conservada de lo que fue antiguamente una fábrica de hielo seco llamada «Gas Carbo».

Parece ser que en este Buenos Aires del 2000, los barrios grandes se subdividen y pese a que Las Cañitas no es reconocido legalmente como barrio y tiene poca extensión, tiene una grandeza especial ya que alberga una zona conocida como La Imprenta, llamada así debido a que en Maure y Migueletes funcionaba la antigua imprenta del Hipódromo.

Cien años después este Camino de Las Cañitas vuelve a resonar y ser de importancia para los habitantes. Esta vez, mezclando lo que en el pasado lo hizo grande con las exigencias del presente y aún sigue
siendo un paso obligado ya no con carretas sino con autos.

Historia
A principios del siglo XX, luego de la eliminación de la quinta grande llamada Las Cañitas y otras quintas de la zona, se loteó el terreno y se construyeron monoblocks destinados a militares.

Las canchas de polo son de principios de siglo XX, allí se encontraban las Sportiva y luego el Campo Hípico Militar, desde esas fechas datan los terrenos actuales, incluidos en Las Cañitas, del Campo Argentino de Polo.

Donde se encuentra actualmente la Sastrería Militar y la caballeriza de Clay, existían dos canchas de fútbol.

En el año 1937 comienza a edificarse la iglesia «Santa Adela» que fue construida en 2 años, ese terreno servía también de cancha de fútbol y en alguna temporada albergó algunos circos, como es el caso del Sarrasani.

Proliferaban por esa época los corralones, existía diez entre las calles Arévalo y Maure algunos donde se guardaban los caballos y los carros lecheros.

Por esa época muchos productos se vendían a domicilio, además de la leche, pollos, gallinas vivas, pavos y pavitas, frutas y verduras, también pasaban los famosos carros repletos de mimbre.

La recogida de basura se hacía a caballo. Por esa época pasaban dos líneas de tranvías, el 35 y el 36, que venían por la Avenida Santa Fe, Cerviño, y Avenida del Libertador.

Entre la Avenida Dorrego y la calle Concepción Arenal había un bulevar de eucaliptos donde descansaban los jinetes, la misma tenía 10 metros de ancho.

Las calles eran en general de empedrado, aunque las calles Soldado de la Independencia y la calle Arce eran de tierra mejorada a la altura del Club Hípico. La vereda de la cancha de polo era de arenal y la del Hipódromo de ladrillos. Había dos norias a caballo, una estaba en la calle Báez y Matienzo y la otra en la calle Migueletes, de allí se sacaba agua para el riego.

Los «porteños» parecen ser todos unos expertos en cambiarle el nombre a los barrios. Así es como una porción del bajo de Palermo terminó siendo conocida como «Las Cañitas», un lugar con mucha historia que se reinventa.

Las Cañitas era una antigua quinta que existió en esta zona hasta principios del siglo XX y se denominaba así por los cañaverales que abundaban en los bajos del arroyo Maldonado. La zona era inundable y comenzó a mejorar con la inauguración del Hipódromo Argentino (1876) y El Campo Argentino de Polo (1928).

En esos tiempos, la Avenida Luis Maria Campos era «el camino de Las Cañitas» y tomó la denominación actual en 1914, tiempo en que se lotearon los terrenos de la quinta y se construyeron los edificios militares de la zona, incluidos el Regimiento, la Escuela de Guerra, el Hospital Militar y los edificios residenciales.

El siglo transcurrió sin muchos cambios en este barrio marginal de caballerizas hasta la década del 90, cuando la vida nocturna de la ciudad encontró refugio en estas calles de los bajos de Palermo. Comenzaron por esa época a instalarse discotecas sobre la calle Báez y aledaños y a partir de allí los desarrolladores inmobiliarios le dieron vida a nuevos proyectos residenciales, en su mayoría apuntando a un público joven.

LAS CAÑITAS AYER
Primero hagamos un poco de historia del barrio del que hablamos
«Todo lo que se llamó Avenida Vértiz a la altura del Hipódromo Argentino, era anteriormente pantanos y bañados: la instalación del hipódromo en la parte llamada Potreros de la Policía mejoró la zona, en donde las aguas llegaban a veces hasta Luis María Campos»

«Palermo o San Benito de Palermo»
¿Cuándo se convirtieron los alfalfares en ese catastro irregular que avecina a un Scherer con un Murillo? ¿Qué fidedigno puede ser un plano que consigna, parco, «terreno denominado Pólvora del Comercio?
Había un parche de dudosas hazañas unas leguas más al sur, llamado «Tierra del Fuego», que el propio Borges no olvidó celebrar. Ni qué decir de la saña sin metáfora de convertirle el hogar en zoológico al rival político en retirada. Para cuando Buenos Aires fuera distinguida con el provisorio honor de ser capital de la República, uno de sus límites era, precisamente el borde sur de «Las Cañitas», esa pesadilla sanitaria que fue el arroyo Maldonado. Estamos en 1867, y el otrora Palacio de Palermo, residencia del exiliado Brigadier Dn. Juan Manuel de Rosas, aparece ocupado por una Escuela de Artes y Oficios. Casi una década después, con una peste de cólera y otra de fiebre amarilla sobrevividas, la vida de Las Cañitas resulta tan hipotética como improbable. Y ya se había inaugurado el Parque 3 de Febrero.
Sabemos que para 1881 el Sr. Vicente L. Casares pagaba el arrendamiento trimestral por los terrenos del hipódromo fijado en la suma de pesos doscientos cuarenta y nueve con noventa y seis. Y que el saladero que aprovisionó a los cuarteles colorados asentados en la zona -y a las vecinas cuarteleras- fue loteado en favor del Ferrocarril Rosario y los Argerich, y los Bravo, los Fabre, los Alfil, los Alberti… Pero no fue sino hasta 1914 en que por ordenanza municipal el «camino de las cañitas» pasa a llamarse Luis Ma. Campos.
Hasta entonces eran célebres las carreras cuadreras que se realizaban a su vera, desvelo de la policía provincial de entonces. Y su territorio abrigaba una geografía pródiga en leyendas, abonada por las armas y herrajes que sin cesar se rescataban de los trabajos que su suelo flojo demandó siempre (dicen que desde el comienzo fue menester traer tierra desde Belgrano).
Hoy «Las Cañitas» se dibuja su propio contorno, tan independiente del albur del deporte de los reyes, cuanto del ademán vacío de los ejércitos. Y a su vez, con soberbia sencillez ensaya un gesto soberano de dominio: la cocina. Sorprendente revés de la metralla y del placé. Un lugar (¿el mejor?) en Buenos Aires, donde sentarse a comer y beber lejos de todo lo que pasa.

Las Cañitas, hoy

El los últimos años el perfil del barrio ha mutado nuevamente. El dinámico circuito gastronómico emigró hacia Palermo Soho y Hollywood -otras de las denominaciones porteñas- y Las Cañitas se consolida como un barrio residencial de alta gama.

Sus accesos y salidas, su proximidad a los Bosques de Palermo y al Río de la Plata, su conectividad con el resto de la ciudad y el microclima urbano que se respira en sus arboladas calles son los pilares en los que los desarrolladores inmobiliarios erigen hoy sus nuevos proyectos: unidades más grandes, familiares y con amenities de primera categoría.

Para Miguel Ludmer, Director General de Interwin, empresa inmobiliaria que ha comercializado mas de 15 emprendimientos en la zona, «el corredor Cañitas – Imprenta cuenta con vida propia y fue construyendo identidad barrial cuando mutó de activa zona gastronómica a un presente más residencial.»

Y agregó: «En este momento comercializamos con excelente resultado varios emprendimientos en distintas etapas de obra, desde inversiones en pozo hasta unidades terminadas con posesion inmediata apto crédito».

Por su parte, Lorenzo Raggio, Gerente General de Interwin, dijo: «El barrio ha tenido gran oferta de unidades chicas de 1 y 2 ambientes. Hoy el mercado pide tipologías más grandes, con 2 y 3 dormitorios y amenities que contengan la vida más familiar».